Antes de partir tuvimos que dejar el bretón de Daniel porque la caja de transporte del dron resultó ser casi tan grande como la jaula de transporte de Folk, y con 5 personas más las escopetas y accesorios no cabía un alfiler.
Durante el viaje Octavio nos explicó que el dron es un cuadricóptero (4 hélices) movido por un motor eléctrico en cada hélice. En este caso, dos son ascendentes y dos descendentes, que se ubican en forma cruzada. El equipo posee un sistema de recepción por GPS satelital y transmisión de datos vía WIFI, para manejarlos de cualquier sistema Android o Iphone, además de un sistema de posicionamiento tipo brújula, que marca el lugar de donde salió y a donde debe regresar antes de agotar su batería. La autonomía de las baterías es de unos 15 minutos; la comunicación, mediante un joystick, y la visión de lo que está filmando la GoPro se realiza a través de una tablet.
Otras utilidades
Para trabajos en el campo se utilizan unas cámaras especiales en drones más grandes, que permiten medir la composición del suelo y analizar los elementos que le están faltando. Vinculado al tema seguridad, al dron se le pueden acoplar cámaras infrarrojas para la detección de cuerpos de sangre caliente y pequeños animales. Si bien el sistema es costoso y su tamaño poco práctico, mediante unos anteojos receptores de imágenes podríamos visualizar los puntos rojos y naranjas, identificar a las presas, y hacerlas volar o correr. De esta forma tendríamos un reemplazo de nuestra fiel mascota. Y si bien todo esto hoy parece estar lejano, según me comentaban está más cerca de lo que parece.
Seguí preguntando sobre la cámara GoPro y qué tipo de tomas íbamos a hacer. Octavio me habló de un soporte de caño para escopeta y un arnés para Folk, que tenía una cámara para el lomo y una en el pecho.
A partir de ahí me dediqué a pensar solo en la cacería. Ha pasado un año y el clima varió 180°: seco, elevada temperatura, pastos altos y difíciles de transitar, lagunitas y zanjas secas. Mientras aprontábamos los equipos tiré pasto al aire para distinguir la dirección del viento, a fin de poner a mi perro en búsqueda. Coloqué dos botellas de agua en el portaperdices anticipando hidratarnos. Las escopetas que utilizamos fueron las habituales: una calibre 20 superpuesta, otras 12/70 de dos caños y una semiautomática del 20, todas con cartuchos de munición 7,5.
Por: Carlos Alberto Mosquera Perdomo
Fuente: http://weekend.perfil.com
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